lunes, 5 de octubre de 2015

ELIZABETH.

A consecuencia, quizá, de la declaración de Leonardo de Prout, se cuestionaba la mujer, acerca de lo que había descubierto. Nunca antes alguien la había hecho dudar tanto de su consciencia, como lo estaba haciendo ahora Leonardo, leyendo un diagnostico que ella no creía posible.

Elizabeth había destinado su existencia al estudio del origen del todo y finalmente  había logrado descubrir el génesis de la existencia, logró comprender la conexión  de la mente humana con el Universo, basándose en teorías cuánticas y chamanistas en torno a la energía y el polvo.

Poseía la verdad y se sentía libre. Pero ahora se cuestionaba acerca de su realidad. No lograba entender por qué se encontraba en aquel Centro Psiquiátrico. Negaba el diagnostico de esquizofrénica. Nunca pensó que se distanciaría de la realidad, mucho menos que podría alucinar o delirar lo que había descubierto. Y aquella negación la tomaban los psiquiatras como un síntoma más.

Fue la divulgación de sus ideas las que la llevaron a aquel lugar. La familia se convenció de que poseía una lesión mental, consideraban sus ideas erróneas y fuera de lo normal. Condenaron su inteligencia.

Pero Leonardo sabía que ella no poseía ningún daño cerebral, la quería tener presa. No le convenía que se siguieran escuchando las ideas de Elizabeth.

Sandy Tatiana Salgado Soto

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