domingo, 31 de mayo de 2015

DIARIO DE CAMPO FINAL.

Era mi primer día caminando por las calles de la epifanía. Me comprometí a cumplir mi  labor de maestro, pero las señales que le daba a mis soldados no eran del todo claras. Lo único que queríamos era que todos estuvieran bien. Que no le hicieran daño al prójimo, que mantuvieran la calma en cualquier tipo de situación social compleja.

Fue por eso que me reclutaron. Esa fue la única razón por la cual acepté el trabajo. Pero hubo un problema grave en el laberinto que nos llevaba hacia la sanación de la nave. Fue por eso que tuvimos que estancarnos en ese planeta tan deteriorado y mal forme al que llamaban Zardú. La realidad comenzó a volverse compleja y todos aquellos genios que ahora trabajaban en pro de la liberación del oprimido, comenzaron a escribir elogios a la depresión.

Imagínense ustedes a un pelotón de científicos e investigadores, tratando de sobrevivir en un planeta extraño. Siempre resultarían sacándose en cara todos sus títulos antes de intentar sobrevivir a un ataque de seres nativos. No se enfocan en mantener los sentidos atentos a cualquier tipo de vibración entre las hojas que nos rodean.

Tienen claro que están en una selva. Intentan mantener orden y pulcritud, pero ante la mínima dificultad, prefieren regresar a la nave para que el sueño suspendido los mantenga esperanzados. Olvidaron que este mundo ahora les pertenece y que tienen que tratar de vivir en equilibrio con él. La naturaleza sabe que nosotros llegamos aquí porque así lo plantea el arquitecto, sin embargo ellos en su mundo de ventanitas de cristal, están gastando la poca energía que queda en la nave, la cual va a ser necesaria mientras logramos sintetizar los elementos necesarios para repararla y continuar con el viaje.

Ellos mantienen la teoría de que eso logra que sea más suave el viaje y hasta garantizan que los resultados se verán reflejado en la calidad de sus investigaciones. Estoy empezando por empezar a dejar de creerles. Estoy empezando a pensar que lo mejor es dejarlos solos. Ya ellos tienen las herramientas para crear el prototipo. Yo me lanzaré a la selva para ver qué encuentro y si existe la posibilidad de negociar con algún tipo de nativo.


Pronto les enviaré una  bengala para que vengan a buscarme en caso de que lo necesite. 

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